domingo, 20 de marzo de 2016

Vale la pena leerlo!...
Los servicios de urgencias extrahospitalarias al servicio de los políticos
Los servicios de urgencias y emergencias extrahospitalarias son los mejores valorados por los pacientes, a pesar de ello, la Administración y las fuerzas políticas los usan únicamente como fuente de votos, aprovechando la magnífica preparación de sus profesionales en pro de sus intereses electoralistas y partidistas.
Tanto es así que la calidad asistencial, si no fuera por el esfuerzo personal de los propios miembros de estos servicios, caería en picado gracias a la nula colaboración de las administraciones públicas.
Los médicos denunciando ante el Tribunal Supremo las decisiones de no crear la especialidad de urgencias. La enfermería en igual situación y con más trabas para avanzar en sus capacitaciones. Y los TES (Técnicos en Emergencias Sanitarias) vapuleados y vilipendiados gracias a la total ignorancia de su indispensable labor y al intento de aprovecharse de los voluntarios para dar ese servicio, disminuyendo la preparación formativa exigida a los profesionales -2.000 horas- hasta las 560 en caso de voluntarios, también denunciado ante el Tribunal Supremo.
Los pacientes, la calidad asistencial, los profesionales y su labor no interesan políticamente. Únicamente interesan los números y las estadísticas. La realización de millones de intervenciones no significa que los servicios de urgencias y emergencias sean prodigiosos, solo significa eso, millones de intervenciones que aportan dinero, productividad para directivos, aumento de presupuestos que no se reflejan en las necesarias mejoras profesionales, y sobre todo, hacer ver que todo el que quiera -independientemente de la patología o gravedad de su afección-, puede tener una ambulancia, una U.V.I., o un médico en casa. Esto intenta hacer ver a la opinión pública de que se dispone de unos servicios extraordinarios, pero lo que ocurre en realidad es que se sobre explota a estos profesionales, a sus equipos y material y en definitiva al ciudadano, ya que se incrementa el gasto de manera anómala e indebida.
Enviar un recurso asistencial (ambulancia, U.V.I., médico, etc.) a afecciones como pueden ser fiebre alta, estreñimiento, diarrea, tos, dolor de cabeza moderado, etc., además del uso de esos medios para devolver al paciente a su casa desde hospitales, cuando en un alto porcentaje no requieren de esa prestación, ya que tienen familiares que acompañan a la ambulancia en su propio vehículo, o se mueven con total independencia, o únicamente les coge el autobús un poco retirado o dicen de no tener recursos económicos para desplazarse en medios públicos, etc. hacen que el uso se los citados recursos sea abusivo. En innumerables ocasiones una ambulancia retrasa su asistencia a un paciente o pacientes con una patología verdaderamente grave (accidentes de tráfico, laborales, infartos, ICTUS, fracturas, lesiones graves...) porque están ocupados en realizar servicios de “taxi gratuito” para agradar al votante, aunque ya sabemos que aquí nada es gratuito.
Pero eso políticamente vende. “A mi me han puesto siempre una ambulancia para volver a casa”, “llevo varios días con un dolor en el hombro que...”, “el médico de cabecera me recetó un antibiótico ayer y hoy todavía tengo fiebre”. Estos son algunos servicios que se realizan en urgencias extrahospitalarias, y que si se regulase eficazmente, deberían ser tratados en atención primaria o si desean ser tratados en un hospital, que se desplazasen por sus propios medios.
Sin embargo, los recortes a los sueldos de los profesionales son un hecho, los medios insuficientes, la preparación académica cada vez menor, etc. Son ellos los que realmente pagan el despilfarro. En vez de cuidarlos y con ellos cuidar la calidad asistencial, amplían el número de horas de trabajo por el mismo salario o menos en muchas ocasiones. Utilizan a personal sin preparación y voluntario para cubrir necesidades que debería dar la Administración -pero sale más barato-, falta de adecuados descansos para poder asistir con todas las garantías, material y vehículos insuficientes y un sinfín de carencias que deberían subsanarse.
¿Por qué ocurre esto?. Los análisis realizados nos llevan a una sola respuesta. Si una ambulancia realiza 20 avisos diarios, aunque realmente solo 10 necesitarían de ese recurso, el servicio llega a más gente, a más población y, en consecuencia, a más votantes. Es la única explicación lógica que se encuentra. Porque la segunda respuesta que se puede dar -la mala gestión- implicaría a que muchos profesionales que realizan la coordinación y regulación de los medios son incapaces de hacer bien su trabajo, y eso es más difícil de creer. Señores políticos, traten de alcanzar sus objetivos con su trabajo y no con el esfuerzo y resignación de otros.
Den una asistencia y una calidad adecuada sin explotar al que verdaderamente trabaja por vocación.